¿Cuántas veces habremos escuchado “eso es muy barroco, muy cargado”? o “cuantos adornos tiene esa fachada, es muy barroca.” Muchas, muchísimas. ¿Cuál es la razón? La respuesta es muy simple, el Barroco terminó con la simpleza del Renacimiento (que se había basado en las líneas puras del Bizantino) e hizo un quiebre en todos los aspectos artísticos y de expresión. Tanto la literatura, la escultura, la pintura, la arquitectura, la danza como la música tuvieron su gran cantidad de obras Barrocas, ya sea en su momento en el siglo XVII como a través de los años hasta el día de hoy.

Corría el siglo XVI y el cristianismo se desmembraba. La Iglesia Católica europea tuvo que reaccionar contra muchos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y una religión disidente dentro del propio catolicismo dominante: la Reforma protestante. La revolución fue generalizada.
A partir del 1600, las fachadas se llenaron de ornamentos, gárgolas, frisos, barandas y molduras. Los colores eran fuertes: rojo oscuro y dorado. El oro predominaba por su brillo y su riqueza. Mirar una fachada o una pintura barroca, era sentir que el arte se venía encima de uno. Un cuadro podía ser muy expresivo y opresivo. Las sombras envolvían a la mayoría de los objetos y los motivos podían ir desde un Cristo doliente hasta una simple mesa con quesos y vinos sobre ella. Todo era en demasía, pesado y excesivo. De ahí el nombre del movimiento.
La palabra barroco fue inventada por críticos posteriores, más que por los artistas que plasmaban dicho estilo. Proviene de la palabra portuguesa "barroco" (en español sería "barrueco"), que significa "perla de forma irregular", o "joya falsa". Una palabra antigua similar, "barlocco" o "brillocco", era usada en el dialecto romano con el mismo sentido. También se le llama "barro-coco". Todas ellas significan lo mismo. El término "barroco" fue después usado con un sentido despectivo, para subrayar el exceso de énfasis y abundancia de ornamentación.
Para este entonces, el hombre buscaba expresar todo su dolor y necesitaba hacerlo de una manera sólida, dejando correr su imaginación y dando paso a las fantasías que pudieran generar en los espectadores. Comenzó el concepto de “hombre individual”, por lo tanto, una de las cosas que más importaban en ese momento era la relación que los artistas creaban con sus clientes, la conexión entre ambos, la expresión del dolor de uno en el arte del otro. De esto deducimos también que ya no se encontraban las obras en lugares especiales como ser templos o palacios, sino que era más común verlo también en las casas de los burgueses que hoy describiríamos como gente de clase media. Con esto, se logró que el arte pase a ser algo cotidiano y menos distante.


Algunos artistas importantes del período Barroco, más allá del gran Velásquez, Rembrandt o Vermeer fueron, en pintura, Pietro da Cortona, Caravaggio, y los Carracci, en escultura Bernini, y en la arquitectura Bernini y Borromini.
El Barroco es una etapa que siempre se va a recordar y siempre se va a repetir. Su estilo es tan fuerte, que ya sea en pintura, escultura o arquitectura, va a replicarse a través de los años como aún se sigue haciendo.
Y para terminar, como siempre, el dato de Buenos Aires.

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