En la calle Riobamba al 985, casi llegando a Marcelo T. de Alvear hay un nuevo lugar en donde podemos conocer un poco de nuestra historia. Al nivel de varios de los museos del mundo, la verdad es que no tenemos nada que envidiar a otros países en lo que a Cultura se refiere.
La casa del Bicentenario, ubicada en un edificio de principios del siglo XX, es un centro de exposiciones que fue creado con la idea de poder transmitir los últimos 200 años de nuestro país a través de distintas expresiones, como fotografía, videos, audio, textos, obras de arte, instalaciones y mucho más.
Vale la pena pasear por sus 4 pisos. El recorrido se inicia en la planta baja con una muestra estable llamada “Muchas voces, una historia. Argentina 1810-2010”, una videoinstalación que relata la construcción del país, contada por contemporáneos a los acontecimientos de cada época.
En otro de los pisos, se proyectan ciclos de cine, actualmente, uno hecho por directoras y otro de documentales sobre la historia de nuestro país. También hay ciclos de teatro infantil y para adultos, que van cambiando, así que ¡a estar atentos!
Pero la joya en todo esto es la muestra “Mujeres Argentinas 1810-2010” que, repartida en los 4 pisos de la casa, llega a emocionar. Muchas fueron las mujeres que lucharon para darnos el lugar que hoy tenemos en la sociedad. Hubo una época en la que lo “normal” era agachar la cabeza y obedecer ante la autoridad del hombre de la casa, siendo éste el padre en caso de las solteras, marido o hijo mayor si la mujer fuera viuda.
¿Sabían, por ejemplo, que Mariquita Sánchez fue la anfitriona del hogar dónde se cantó por primera vez el Himno Nacional? Ella estaba condenada a pasar su vida atada a un matrimonio que había sido arreglado por su madre (el padre había fallecido). Pero en realidad estaba enamorada de su primo Martín Thompson. Su familia no aprobaba esta relación y más allá del destino que habían arreglado para ella, María Josepha Petrona (ese es su nombre real) no dudó en luchar por su amor y llevó su causa hasta el Virrey Sobremonte. ¡Imaginen lo que esto significó en la sociedad de 1905!
Una historia similar es la que cuenta la vida de Camila O’gorman, una niña de la alta sociedad que se ve obligada a fugarse con su amor. Claro, éste era nada menos que un cura (cosa que tampoco sería muy bien vista en nuestra época), pero ella luchó y se escaparon juntos. No tuvieron un final feliz, los encontraron y fusilaron. Igualmente esta no deja de ser una muestra de la lucha de una mujer oprimida y "prometida" a un casamiento arreglado.
En la muestra, podés ver un fragmento de la película que simplemente se titula Camila, con las actuaciones de Susú Pecoraro e Imanol Arias.
Recorriendo un poco, podés enterarte de cómo eran los vestidos que usaban para un casamiento las mujeres de 1810 o enterarte de qué medicamentos tomaban cuando padecían la desgracia de tener esos "horribles y peligrosos desarreglos genitales", que acosaban a las madres de familia, ¡consideradas infelices por sufrir así!
Si te entusiasmó la parte de los vestidos, entonces no tenés que dejar de recorrer el sector de historia de la ropa, donde se cuenta desde el uso de polleras largas y amplias, pasando por las revolucionarias minifaldas y los pantalones hasta llegar a la ropa de hoy.
Sobre una de las paredes, hay expuesta una instalación artística titulada "Ajuar". Varios elementos que "no deben faltar a la ama de casa al momento de casarse" creadas en tejidos tipitos del norte de nuestro país con bordados de perlas y canutillos.
Pero no todo es imagen e historia. La muestra cuenta con varios audios y videos, uno de los más significativos es "las madres de la lucha", el cual es un documental que muestra tres historias encadenadas. El mismo muestra como tres mujeres, de distintos estratos sociales y con historias completamente diferentes, supieron afrontar la adversidad y no quedarse de brazos cruzados.
La primer en escena es Rosa González quien, luego de sufrir al ver como la vida de su hijo se desmoronaba por el paco, decidió tener las agallas no sólo para enfrentar la adicción de su hijo sino también para organizar a varias madres en su misma situación y darles fuerza para acompañar y salvar a sus hijos. La segunda de las historias tiene como protagonista a Sofía Gatica, quien desde su pueblo, Ituzaingó, en la provincia de Córdoba, se levantó en contra de las empresas sojeras, para evitar que éstas sigan contaminando el suelo, y matando así a miles de personas. Sofía aún no logró ganar su batalla, pero sigue en pie, que es lo más importante. Su historia es seguida por la de Susana Trimarco, tal vez la más reconocida de las tres, por su constante aparición en los medios de comunicación, desde que inició su lucha por recuperar a Marita, su hija, quien fue secuestrada por una red de trata de personas y prostitución. Susana Aún no logró encontrarla, pero gracias a su lucha, muchas madres pudieron encontrar a sus hijas que se encontraban en la misma situación.
Ya llegando al 4ª piso, no encontramos con el final de la muestra. Este sector se llama “Ellas por Ellos” y consiste en ver cómo nos ven los hombres a nosotras a través del tiempo y de los cambios que se fueron realizando. En una pantalla van pasando sus respuestas a la pregunta “¿Creés que las mujeres, a raíz de la liberación femenina, perdieron su femineidad?” y es sorprendente la diversidad de opiniones que los hombres tienen sobre el tema. La segunda pantalla muestra las respuestas a la duda sobre si hay o no trabajos específicos para mujeres y para hombres.
Realmente vale la pena ir a verla. Desde luchas por amor, por un lugar en la sociedad, por ser tenidas en cuenta, por la igualdad en el trabajo, por poder crecer, ser independientes y autónomas, estas mujeres han logrado que nosotras, las mujeres de hoy, tengamos el lugar que nos merecemos. Nostras decimos No al feminismo, si a la igualdad.
La lucha continúa, todavía la diferencia se hace notar, pero poco a poco, lo vamos logrando.
Saludamos a todas y cada una de las mujeres que, con esfuerzo, logran triunfar. Saludamos a todos y cada uno de los hombres que, con esfuerzo, llegan a donde quieren estar.
Saludamos a quienes respetan al otro, por el sólo hecho de ser seres humanos.
Queríamos cerrar con una frase de Ernesto Sábato que aparece en la muestra, por supuesto, y nos invita a reflexionar:
“...Siempre habrá un hombre tal que, aunque se derrumbe su casa, estará preocupado por el universo; siempre habrá una mujer que, aunque se derrumbe el universo estará preocupada por su casa...”
Lu Salis y Milagros Laino
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