Es domingo también más arriba de los altos cielos. Dios depone su insomnio y se entrega a una siesta, se desliza en el sueño. No diremos que ronca, porque eso supondría cataclismos, Apocalipsis sin retorno.
Duerme Dios como diosmanda.
Algo de pronto lo arranca de la cadencia de sus inmensos algodones. Despierta sobresaltado. Piensa lo peor: ¡El sacudón de la tercera guerra mundial!
– ¿Qué caraxus pasa?– pregunta.
Un ángel solícito lo apacigua:
– Nada del otro mundo, mi Dios.
– ¿Cómo que nada? Las nubes me abollaron los riñones. ¿Qué diablos está pasando allá abajo?
– Gol de Boca, mi Dios.