martes, 25 de octubre de 2011

Elecciones presidenciales 2011

La contundencia a veces resta espacio para el análisis, más cuando se arroja en dos resultados similares con escaso tiempo de intervalo. Las internas abiertas habían pre-anunciado una victoria que roza lo espectacular. Por lo menos aquí y ahora, en política todo es demasiado dinámico como para augurar que Cristina mantendrá una aprobación de su gestión semejante a la que sustentó su triunfo.

¿Cómo hubiéramos reaccionado al resultado electoral si viviésemos en una época ajena a las encuestas, sin primarias obligatorias, etc.? Si bien con sorpresa, no creo que fuera imposible de sospechar. El problema es que los analistas y políticos se acostumbraron a mirar sólo un aspecto de la realidad obviando, tal vez, el más importante, ¿qué pasa en la calle?


El gobierno obtuvo más votos que en las primarias, pero éstas no actuaron como arrastre. Apenas unos puntos más, pero nada que presuponga el voto dócil de una gran parte de la población. A este dato hay que sumarle la alta participación popular o ciudadana (como Ud. prefiera), aún con el resultado puesto fue alta en comparación a otras elecciones. Lo cual nos deja la primera observación clara, la inmensa mayoría de sufragios fue en positivo. Cosa obvia pero discutida en más de una oportunidad, la pregunta más escuchada es, ¿por qué tanta cantidad de votos, por qué tanta diferencia con el segundo? Cabe responder con otro pregunta, ¿por qué no?

Otro dato importante es que las elecciones de ayer modificaron el escenario del segundo, tercer y cuarto puesto, aún cuando el resultado general era imposible de modificar. El cambio de voto en tan sólo dos meses demuestra dos cosas: por un lado, castigo o disconformidad con los candidatos elegidos en la primera instancia; en segundo lugar y más importante, también fueron votos positivos los que recibieron Binner, Alfonsín, Saá y compañía. Incluso Carrió forma parte de la lista, ¿quién puede negar que ese 1.84% no es leal a su discurso y accionar?

Así las cosas, quedan algunas preguntas inevitables: ¿Es Binner el nuevo jefe de la oposición, por haber participado de la elección y quedar segundo, o es Macri quien no se animó a participar por prever una derrota similar? La respuesta no es sencilla por varias razones, la más importante es que la primera minoría en el Congreso Nacional sigue siendo el radicalismo (¿Por qué el radicalismo insiste en desaparecer? Será tema de otra columna). La segunda cuestión está relacionada con la trayectoria de Macri y Binner. Desde el aspecto ideológico resulta lógico decir que el verdadero jefe de la oposición es Macri, sin embargo todavía no dió señales de trabajo a largo plazo ni de construcción política con alcance nacional. En cambio, Binner sí se mostró decidido a llegar a todos los lugares posibles, incluso intentando alianzas con personalidades que, por no sumar, restan (Pino Solanas). De todas formas, la multiplicidad de figuras en la oposición se resumió a dos, será cuestión de esperar sus primeros pasos y la recepción popular de los mismos para saber realmente quién es quién. El humor de la sociedad puede mutar mil veces, sin embargo Binner cuenta con más pergaminos a la hora de presentarse como alternativa real.

Habrá que ver cómo aprovecha Cristina manifiesta aprobación de su gestión. No son leyes o reformas sencillas las que están pendientes hace tiempo (reforma tributaria, impuesto a la renta financiera, intervención en la cadena de formación de precios, relación y/o sucesión de Moyano en la CGT, pensar el desarrollo económico con sustento ecológico, etc.) Nadie en su sano juicio puede esperar que la sociedad apoye en igual medida todos estos puntos, sin embargo cuenta con algo fundamental a su favor: el kirchnerismo se transformó en un movimiento capaz de perforar todos los estratos sociales (algunos más que otros) y con un sin fin de militantes dispuestos a discutir en cada plaza, bar o reunión, sus programas de gobierno. Este punto a favor también tiene su contra, cada vez es más palpable que la capacidad de crítica al interior del proyecto del gobierno cuenta con poco o nulo espacio.

Conspiración
Algunos sectores de la oposición están disgustados y a punto de realizar una denuncia que podría modificar el futuro escenario político, sospechan de una conspiración generada desde el Gobierno Nacional. El punto de partida fue la denominada “reforma política” que, entre otras cosas, posibilitó la participación en los medios de comunicación de todos los candidatos en relativa igualdad. Piensan que esto fue hecho para que sus líderes se concentraran en la producción de los spot y no por construir espacio político a la manera tradicional, es decir, en la calle.

Bendita sea   
Un punto extraordinario de la última elección y campaña política es que la inseguridad no fue el tema excluyente de los candidatos. Algunos han intentado imponer el discurso (el spot de Alfonsín para las primarias era intelectualmente devastador), sin embargo la sociedad no respondió al llamado del miedo. Punto a favor de la ciudadanía, sin miedo se piensa mejor.

Los tips de la elección
Siempre me llamó la atención ésta necesidad de resumir un artículo en pocas líneas, pero como todos lo hacen debe ser muy necesario. Por tal motivo, aquí están los puntos más importantes.
1-      Carrió dijo que pasará a la resistencia. Creemos que frente al olvido o a Resistencia, Chaco, no está muy claro.
2-      Altamira, luego de un resultado histórico, en lugar de festejar comenzó a denunciar una conspiración (él sí habla en serio al respecto) por parte de los “poderosos aparatos políticos financiados desde el Estado para no darnos la banca en diputados”.
3-      Los radicales no terminaban sus mandatos, ahora no finalizan ni siquiera las elecciones.
4-      La gente volvió a retirar a Duhalde.
5-      Posiblemente Rodríguez Saá no sea presidente nunca en la historia, pero como sanador o pastor tiene un futuro increíble.
6-      De Narváez demuestra que la casualidad y lo cotidiano nunca se llevan bien.
7-      Nunca fue tan bien recompensada una siesta gubernamental. Hace meses que el gobierno está en piloto automático.

Pablo Llentilin

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