miércoles, 26 de mayo de 2010

Columna de Literatura


Siempre sostengo que el tango es poesía que se canta, o sea, poesía que llega a mucha más gente que la poesía de los libros. Y como ya les he contado, además de ser escritora ,soy letrista. Es por esto que amo las letras de canciones.

Hoy vamos a partir de la poesía de los tangos (que la hay y magníica) para hablar de un temita: los fantasmas. No los que asustan, sino los que acompañan, los que nunca dejan al ser amado, así se le deba a ese ser amado la condición de fantasma.

¿Ustedes creen en los fantasmas? Yo sí, creo en esos espíritus que no consiguen dejar este plano y entonces se dedican a cuidarnos. Creo en los fantasmas buenos.

Cátulo Castillo, en equipo con Enrique Santos Discépolo, creó ese tema tan conmovedor que se llama Mensaje. La letra tiene un desarrollo misterioso y conmovedor. Dice cosas como:

"Hoy, que no estoy, como ves, otra vez
con un tango que no puedo gritar...
Yo, que no tengo tu voz... Yo, que no puedo ya hablar..."

Le da consejos al ser amado:

"Bueno y nada más, / que siendo bueno,
no hay odio, ni injusticia, ni veneno / que haga mal...
Y hoy, que no estoy / me da pena no estar /
a tu lado, cinchando con vos..."

Y termina diciendo:

"Yo, tan chiquito y desnudo / lo mismo te ayudo / cerquita de Dios."

Ya no está, ella lo hizo sufrir hasta costarle la vida, pero él (y digo él porque el autor es hombre, pero también podría ser al revés) la perdona, la acompaña, la cuida, la aconseja. Y lo hace desde un lugar de criatura, de pureza, hasta de renacimiento. Desde un lugar donde es de nuevo un chico, un bebé, pero ahora sabio, con esa sabiduría que parece otorgar haber pasado para el otro lado.

Es un ángel.  Y la imagen es tan gráfica…

"… tan chiquito y desnudo / lo mismo te ayudo / cerquita de Dios."

Es increíble que a alguien, ¡tenía que ser un poeta!, se le haya ocurrido hacer un tango como desde el más allá.

Y no fue el único. También habla desde el otro mundo, y con mucho más dramatismo, José Dicenta Sánchez, en El amor desolado, al que le puso música Alberto Cortés.

"Puse rosas negras
sobre nuestra cama,
sobre su memoria,
puse rosas blancas.
Y a la luz difusa
de la madrugada
me quité la vida
para no matarla."

Así que estos dos son tangos de espíritus, de fantasmas.

Qué dice Pablo Neruda –y con esto pasamos a la zona de poesía literaria, como hacemos siempre-, en su poema Fantasmas.
"Cómo surges de antaño, llegando, / encandilada, pálida estudiante, /
a cuya voz aún piden consuelo  / los meses dilatados y fijos.
Sus ojos luchaban como remeros  / en el infinito puerto
con esperanza de sueño y materia  / de seres saliendo del mar.

De la lejanía en donde  / el olor de la tierra es otro
y lo vespertino llega llorando  / en forma de oscuras amapolas.
En la altura de los días inmóviles  / el insensible joven diurno
en tu rayo de luz se dormía  / afirmado como en una espada.

Mientras tanto crece la sombra  / del largo transcurso en olvido
la flor de la soledad, húmeda, extensa,  / como la tierra en un largo invierno. 
¡… Y lo vespertino llega llorando  / en forma de oscuras amapolas!"

Qué manera de pintar el atardecer, ¿no?
Neruda dice también, apasionado y dramático y exaltado, como él era:

"...En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego..."
¡Morir de amor! Qué sentimiento que parece no existir más, ¿no es cierto?
¿Se muere de amor en estos tiempos?
Alejandra Pizarnik, una poeta muy trágica, escribió:

..."la muerte se muere de risa pero la vida
se muere de llanto pero la muerte pero la vida
pero nada nada nada"...


Bibi Albert

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