Estamos en los 50 en Estados Unidos. El blues es lo que predomina en las radios, los negros ocupan la escena musical principal. Todo transcurre normalmente, pero la sorpresa no tardó en llegar. En el año 54 aparece de la nada un muchacho blanco, con la necesidad de hacerse escuchar. Pero no sólo eso. Aparece cantando algo nuevo, algo nunca antes escuchado. No era blues, no era country. Era Elvis. Escuchamos That's all right, mama y así damos inicio a la columna del día de hoy.
Sólo la aparición de un jóven blanco no podía causar tanta revolución. Pensemos nuevamente que estamos a mediados de los 50, que no existía la apertura y la libertad que hoy existe, y el típico movimiento pélvico de su baile que todos conocemos, en aquel entonces no era muy bien visto por los conservadores del momento. De todas formas, lo que causó controversia generó también muchas fans. Los jóvenes lo amaron por romper con los esquemas establecidos, por liberar un poco aquello que tenían contenido.
Escuchamos Heartbreaker Hotel.
Sólo la aparición de un jóven blanco no podía causar tanta revolución. Pensemos nuevamente que estamos a mediados de los 50, que no existía la apertura y la libertad que hoy existe, y el típico movimiento pélvico de su baile que todos conocemos, en aquel entonces no era muy bien visto por los conservadores del momento. De todas formas, lo que causó controversia generó también muchas fans. Los jóvenes lo amaron por romper con los esquemas establecidos, por liberar un poco aquello que tenían contenido.
Escuchamos Heartbreaker Hotel.
Las palabras sobran, como así también los adjetivos, cuando hablamos de alguien a quien se le adjudica la creación de un género. Para muchos, apareció Elvis y apareció el Rock. No mucha gente tiene esos logros en su espalda. Y sólo por eso, como si fuera necesario algo más, es que fue uno de los músicos más influyentes de la historia.
Nos despedimos escuchando Suspicious Minds.
Ariel Zarranz
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