miércoles, 30 de junio de 2010

Columna de Arte: El Barroco, un giro en la historia.

¿Cuántas veces habremos escuchado “eso es muy barroco, muy cargado”? o “cuantos adornos tiene esa fachada, es muy barroca.” Muchas, muchísimas. ¿Cuál es la razón? La respuesta es muy simple, el Barroco terminó con la simpleza del Renacimiento (que se había basado en las líneas puras del Bizantino) e hizo un quiebre en todos los aspectos artísticos y de expresión. Tanto la literatura, la escultura, la pintura, la arquitectura, la danza como la música tuvieron su gran cantidad de obras Barrocas, ya sea en su momento en el siglo XVII como a través de los años hasta el día de hoy.
El mayor auge del movimiento se dio entre el 1600 y el 1750 y ahora sí, ya toda Europa participaba de los cambios. Esto se debía, en parte, a la gran circulación de gente entre los países, dadas las actividades comerciales, Y también al incremento en la frecuencia de los viajes a América.
Corría el siglo XVI y el cristianismo se desmembraba. La Iglesia Católica europea tuvo que reaccionar contra muchos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y una religión disidente dentro del propio catolicismo dominante: la Reforma protestante. La revolución fue generalizada.

A partir del 1600, las fachadas se llenaron de ornamentos, gárgolas, frisos, barandas y molduras. Los colores eran fuertes: rojo oscuro y dorado. El oro predominaba por su brillo y su riqueza. Mirar una fachada o una pintura barroca, era sentir que el arte se venía encima de uno. Un cuadro podía ser muy expresivo y opresivo. Las sombras envolvían a la mayoría de los objetos y los motivos podían ir desde un Cristo doliente hasta una simple mesa con quesos y vinos sobre ella. Todo era en demasía, pesado y excesivo. De ahí el nombre del movimiento.
La palabra barroco fue inventada por críticos posteriores, más que por los artistas que plasmaban dicho estilo. Proviene de la palabra portuguesa "barroco" (en español sería "barrueco"), que significa "perla de forma irregular", o "joya falsa". Una palabra antigua similar, "barlocco" o "brillocco", era usada en el dialecto romano con el mismo sentido. También se le llama "barro-coco". Todas ellas significan lo mismo. El término "barroco" fue después usado con un sentido despectivo, para subrayar el exceso de énfasis y abundancia de ornamentación.
Para este entonces, el hombre buscaba expresar todo su dolor y necesitaba hacerlo de una manera sólida, dejando correr su imaginación y dando paso a las fantasías que pudieran generar en los espectadores. Comenzó el concepto de “hombre individual”, por lo tanto, una de las cosas que más importaban en ese momento era la relación que los artistas creaban con sus clientes, la conexión entre ambos, la expresión del dolor de uno en el arte del otro. De esto deducimos también que ya no se encontraban las obras en lugares especiales como ser templos o palacios, sino que era más común verlo también en las casas de los burgueses que hoy describiríamos como gente de clase media. Con esto, se logró que el arte pase a ser algo cotidiano y menos distante.
Los escultores encontraron espacio para sus obras en plazas, parques o simplemente en jardines, mientras que en lugares como España, en busca de una contrarreforma para combatir el protestantismo, se crearon gran cantidad de esculturas religiosas, en su mayoría talladas en madera. Por otro lado, la pintura adquirió un papel prioritario dentro de las manifestaciones artísticas. Fue la manera más fuerte que encontró el cristianismo en los países católicos, mientras que se generaron obras de gusto burgués en los países protestantes mostrando nuevos temas como los bodegones, paisajes y retratos, todos ellos costumbristas, así como se enriqueció la iconografía de asunto religioso. El realismo se volvió teatral y exagerado. Un buen ejemplo es el cuadro “Las Meninas” de Velásquez en el que se muestra una escena en un palacio, en la que aparece la infanta Margarita, de la familia de Felipe IV. Si bien la niña es el personaje principal, podemos ver también a sus criadas, sus damas de compañía, al propio Velázquez pintando y a los reyes reflejados en un espejo mirando a la infanta.

A su vez, en los países bajos se hizo fuerte la escuela Flamenca, (nombre dado al conjunto de pintores de las actuales Bélgica y Países Bajos) dominada por Vermeer (Mujer con aro de perla der.) y por el gran Rembrandt La lección de Anatomía izq.) y, quienes desarrollaron su obra a partir del estilo pictórico de Caravaggio (caravallismo). Los pintores holandeses fueron ejemplo para toda Europa en la técnica de aplicación de las pinturas al óleo, método que los ubica a la cabeza de su época, con retratos y paisajes magníficamente bien logrados. Si bien el comienzo de esta escuela se dio en el siglo XV, recién en el XVII llegaron a su esplendor.
Algunos artistas importantes del período Barroco, más allá del gran Velásquez, Rembrandt o Vermeer fueron, en pintura, Pietro da Cortona, Caravaggio, y los Carracci, en escultura Bernini, y en la arquitectura Bernini y Borromini.
El Barroco es una etapa que siempre se va a recordar y siempre se va a repetir. Su estilo es tan fuerte, que ya sea en pintura, escultura o arquitectura, va a replicarse a través de los años como aún se sigue haciendo.


 
Y para terminar, como siempre, el dato de Buenos Aires.
Les recomiendo que se hagan un paseíto por El Palacio de las Aguas Corrientes y dediquen un rato a observar sus fachadas. Fue construido para alojar los tanques de suministro de agua corriente de la creciente ciudad a fines del siglo XIX, envueltos en una arquitectura suntuosa de materiales importados. Se encuentra en la Avenida Córdoba nº 1950, barrio de Balvanera, y es un Monumento Histórico Nacional. Imperdible!

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