domingo, 17 de abril de 2011

Editorial: diálogos gran pecianos y del casi o del todo



La humanidad fluye a través de los diálogos, allí encuentra su devenir la historia, el amor y las más crueles venganzas. A partir de este momento, presentamos diálogos Gran Pecianos. Intentos elegantes de matar el tiempo.
Pequeño saltamontes: Dr. Baltazar de las Quimeras, en ediciones pasadas los muchachos hablaron sobre el casi y el todo, ¿Ud. podría explayarse sobre el tema para evitar malos entendidos?
Dr. Baltazar de las Quimeras: ¿Cómo prefiere que le responda?
Pequeño saltamontes: Pueden ser de utilidad algunos ejemplos.
Dr. Baltazar de las Quimeras: Bien, voy a contarle una anécdota. Allá por el año donde comienzan todas las historias, existía un tal Don Mario, gris opaco como todo en su época. Resulta que Don Mario no sabía o no podía percibir si un día era lindo o no. Entonces se disfrazaba de ciego con el fin de que la gente se le acerque para ayudarlo a cruzar la calle…

Pequeño saltamontes: Disculpe que lo interrumpa.
Dr. Baltazar de las Quimeras: Disculpá, las pelotas.
Pequeño saltamontes: ¡Epa!, ¿las pelotas de quién?
Dr. Baltazar de las Quimeras: De Ud. no podrían ser, las pelotas de un saltamontes son algo profundamente discutido por la comunidad científica. Sin embargo, no dudo de su hombría.
Pequeño saltamontes: Eso sería un casi, no duda de mí pero antes afirma que mis pelotas no son reconocidas por la comunidad.
Dr. Baltazar de las Quimeras: ¿Me deja continuar con la historia?
Pequeño saltamontes: Por favor.
Dr. Baltazar de las Quimeras: Dijimos que Don Mario se disfrazaba de ciego, entonces cuando alguien se acercaba para ayudarlo a cruzar la calle, él le sacaba tema de conversación: “¿Che, tá lindo el día?” La gente se apiadaba de su situación, por tanto le contaban los pormenores más sutiles del clima.
Pequeño saltamontes: Se sabe, la gente adora hablar sobre el tiempo y de la mala cara de los empleados públicos.
Dr. Baltazar de las Quimeras: Así, Don Mario, descubría cómo estaba el día. Sus conocidos decían que esto demostraba su vasta inteligencia y su facilidad para el pensamiento lateral. Aunque algunas veces se metió en problemas, más que nada cuando la chica que lo acompañaba notaba que él se perdía no tanto en el horizonte, más bien en su escote. O como la vez que ayudado por una vieja, terminó arrastrándola para que no los pise el 56.
Pequeño saltamontes: ¿Ud. recuerda que iniciamos este diálogo para evitar malos entendidos entre el casi o el todo?
Dr. Baltazar de las Quimeras: A eso iba…. ¿De qué estábamos hablando?
Pequeño saltamontes: Si no lo conociera diría que su edad recomienda aislamiento, pero antes de partirle el marote a castañazos encontré una enseñanza en su anécdota.
Dr. Baltazar de las Quimeras: ¿Ah sí? Cuentémela.
Pequeño saltamontes: Hablar sobre el clima enredado en sus respuestas es una totalidad, su verborragia y la inutilidad de sus comentarios me hacen pensar que Ud. alguna vez trabajó de portero o taxista.

A continuación, le detallamos algunos ejemplos para identificar a un casi o a un todo:
1-      Si su jefe, ante un pedido de aumento de salario, sólo le dice: Ud. trabaja muy bien; es un casi.
2-      Si su amante, ante la confesión de que la ha pasado como nunca antes, le dice: ¿Podemos comer algo o tasa tasa…?; es un todo.
3-      Si el chofer del bondi, ante la denuncia de que la están apoyando, le dice: Un pasito más pa´ el fondo; es un todo.
4-      Si su hija, ante la explicación sobre prevención sexual, le dice: ¡Ah, era así!; es un casi, pero por favor apúrese a detallarle que el globito es de entrada y no a medio término. 
Por último, si le saludan a la madre cuando está manejando es un todo, sin embargo guarde el matafuego para ocasiones de incendio. Para resolver conflictos automovilísticos se inventó: el seguro obligatorio, el lenguaje para llevar a cabo una negociación, “poner la otra mejilla”, pisar el acelerador si el contrincante es mucho más grandote o, simplemente, un “cuetazo” en las patas.


Pablo Llentilin

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