jueves, 6 de mayo de 2010

Columna de Arte: Gótico


¿En qué piensan si les digo que vamos a volver por un rato al año 1300?
Yo pienso en como sería usar esos vestidos pesados, en especial en verano. Cómo sería vivir en un momento en el que el aseo no era una de las principales características de la época. La última vez que hablamos de arte nos rodeaba la peste negra, una pulga se alimentaba de una rata y después picaba a un humano. Listo. Muerto. El 30% de la población de Europa muere en un período de dos años. ¿Y por qué pasaba todo esto? Porque Dios así lo quería. Dios Todopoderoso castigaba al hombre por los pecados cometidos, arrasaba con todo.
 La peste entró a Europa por Italia y con ella entró también una reforma importante en la forma de expresarse. Hoy voy a hablar de la pintura y de la arquitectura especialmente. La sociedad sufría la pérdida de sus miembros, no había una sola persona que no enterrara a un ser querido y esto se refleja ampliamente en las obras de arte pictóricas de la época. Como explicábamos antes, en el período Bizantino, la forma no era importante, sólo se buscaba evangelizar a un pueblo analfabeto, por lo tanto la belleza externa de las figuras carecía de importancia. Si bien la pintura gótica busca mostrar un poco más la belleza, haciendo las formas más proporcionadas y un tanto más refinadas, lo más importante es que contenían un grado muy alto de sentimiento. Tanto el dolor de Cristo en la cruz o de María a sus pies como la alegría en las imágenes que los muestra a él de niño, a ella arropándolo, es perfectamente reconocible. Son pinturas muy expresivas. Los santos son mas humanos que divinos y a su  vez, aunque en menor medida, empieza a verse la pintura profana, o sea, retratos y algunos paisajes, aunque muy pocos  aún.
 El concepto de perspectiva comenzaba muy de a poco a tomar forma. Las figuras no ganaban su tamaño de acuerdo a jerarquías, sino a su ubicación en el espacio. Más grande lo que esta más adelante, más chico lo que esta más atrás.
 Uno de los más grandes pintores del período Gótico fue Giotto Di Bondone (1266-1337) formada en la Toscana, Italia, salido de la escuela de Siena. Sus obras más reconocidas fueron los murales como Lamentación sobre Cristo Muerto, pintado en la Capilla de los Scrovegni en Papua. Y ya que nombro a los murales, aprovecho para darle una vueltita a todo esto, y contarte que en el sur de Europa fue donde más se mantuvo esta técnica, ya que las catedrales seguían conservando su estructura Bizantina: Muros gruesos, pesados, anchos. Con pocas ventanas, casi una fortaleza. En el norte en cambio, ya les empezaba a picar el bichito del cambio arquitectónico y del encierro y las oscuridad y se dieron cuenta de que toda esa cuestión de demostrar sentimientos se iba a dar mucho más fuerte si daban a sus templos un cierto aire místico. Que es justamente en este “aire irreal y artificial” en donde más se destaco el estilo Gótico. Ellos quieren mostrar todo. Usan colores brillantes, juegan con la descomposición de la luz en el interior de los templos. Generan también encajes de piedra por donde pasa la luz natural. Con el paso del siglo los colores se van haciendo más tranquilos y las formas más delicadas y un poco menos delineadas tal vez, pero a su vez empiezan a tener mas dorado. Son obras realmente hermosas y de mucho valor. En mi opinión, son tal vez hasta más valiosas que las pinturas. ¿Por qué? Porque fue una novedad, porque se animaron a buscar nuevas formas de mostrar. La facultad de ingeniería en Pueyrredón y las Heras es una joya arquitectónica que encontramos cerca, que vale la pena ver. También la catedral de San Isidro refleja mucho a la época. Pero si hay un edificio Gótico por excelencia es la catedral de La Plata, obra del Ingeniero Pedro Benoit, es un templo de estilo neogótico, en forma de cruz latina constituida por cinco naves, una principal y dos secundarias a cada lado y un majestuoso ábside, colocándose su piedra fundamental el 30 de Abril de 1884. Tuvo su impulso constructivo a partir de 1898 y más renovado desde 1913, cuando el constructor italiano José Valli ganó la licitación y comenzó las tareas de ejecución, junto a sus dos hijos.  Las dudas sobre la magnitud del asentamiento de las torres faltantes y la inexistencia de tecnología para la realización de estudios previos llevó a la paralización de las obras a los 42 m de altura en 1932. El 19 de Noviembre de ese mismo año se inauguró el Templo con un solemne Tedeum y una Primera Misa. Las obras de la Catedral para esta fecha no estaban totalmente concluidas (faltaban por ejemplo el piso granito concluso en 1942 y el conjunto de los vitrales). El mismo día (fiesta de San Ponciano, Patrono) celebraba la Ciudad sus cincuenta años de existencia.  
Siguiendo la tradición medieval, las grandes ventanas debían contar con vitrales y para ello, se solicitaron las piezas a fábricas de Alemania y Francia. La calidad de la obra y la belleza de las imágenes de la Eucaristía, la Ultima Cena y algunos pasajes de la vida de María dan cuenta de ello. En 1937 se colocan los dos vitrales alemanes facturados en la Casa F. X. Zettler de Munich, ambos funcionan como retablo detrás de los altares menores; en 1947, comenta una noticia del diario La Nación del 27 de Julio: “ Por fin han llegado de Francia los primeros vitraux y han sido colocados ya en su sitio. Dos talleres de fama mundial cooperarán en esta obra: los de Lorin y Maumejean. Las vidrieras ubicadas son en número de ocho.    Contienen las escenas del Antiguo Testamento: 216 escenas. A medida que avanza hacia el Santuario, el visitante ve desarrollarse a su derecha y a su izquierda la historia religiosa del Universo, desde la Creación hasta los tiempos que precedieron inmediatamente la venida del Redentor” (...) “Pronto serán colocadas las vidrieras del deambulatorio, vecinas del Santuario y (...) consagradas al Nuevo Testamento...”  
En 1958 llegaron 27 vitrales procedentes de Francia, pertenecientes a la Casa Lorin de Chartres, que fueron ubicados en el deambulatorio y claristorio, con iconografía del Nuevo Testamento.  A los tesoros del Templo se suman obras en madera como la sillería del coro de canónigos, el Trono Arzobispal y los confesionarios (1936). Presiden la Catedral dos grandes tallas de indiscutible belleza: El Cristo Crucificado en una sola pieza de guatambú y la Inmaculada Concepción realizada en cedro, obras del artista tirolés Leo Moroder.  No podemos dejar de mencionar la presencia de la beata platense Sor María Ludovica cuyas reliquias han sido trasladadas a nuestro Templo Mayor en el año 2004. Así como la Catedral de Chartres del S XII. "sus torres se elevaron hacia lo alto por arte de magia. Esto no ocurrió solamente aquí sino en casi toda Francia, en Normandía y en otros lugares. Por todas partes los hombres se convertían, hacían penitencia y perdonaban a sus enemigos. Se vio a hombres y mujeres arrastrando pesadas cargas a través de pantanos y alabando en sus cánticos los milagros que Dios realizaba ante sus ojos" (Testigo de la Construcción de Chartres).    Al igual que otras catedrales europeas que se fueron completando a lo largo de los siglos y hoy son monumentos de la humanidad, la Catedral de La Plata iniciada a fines del s XIX se complete en la última década del s XX para adquirir su fisonomía definitiva en el nuevo s XXI. De acuerdo con la Ley de Obras Públicas se resolvió dividir el completamiento del Templo en tres obras adjudicadas por licitación: Obra 1: Conservación, restauración y puesta en valor de la envolvente edilicia. Obra 2: Refuerzo de cimentaciones de torres principales. Obra 3: Completamiento: torres principales, torteas, pináculos, imágenes e instalaciones electromecánicas.  El 29 de Junio de 1998 se firmaba el contrato para el completamiento y finalmente el 19 de Noviembre de 1999 se inauguraba el frente y las torres principales.  De esta manera la Catedral platense nos manifiesta en el tiempo y en el espacio la intemporalidad de lo sagrado.
Lu Salis  

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