lunes, 7 de junio de 2010

... Mono queda.

Pensamiento de A.Rogers (1931)

"Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo. El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona. Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando ésta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso, mi querido amigo, es el fin de cualquier Nación. No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola”

Mi mamá siempre me dice: "A vos todos los colectivos te dejan bien." Es verdad.


“Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo.” Estamos de acuerdo que cuando alguien recibe algo es porque detrás de eso hay trabajo. Pero el autor deja el lugar común e intenta determinar si el que recibe es el mismo que trabaja. Sin embargo, nos queda algo pendiente Si yo trabajo, ¿cómo puede ser que otro se quede con lo que hago? ¿Entonces el resultado de mi trabajo no es mío? ¿De quién es? Aquí llega la siguiente oración para aclarar un poco las cosas: “El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona” ¿Esto significa que el resultado de mi trabajo es del gobierno? La verdad, me estoy empezando a preocupar. ¿Se puede saber desde cuándo vivimos en un país comunista? ¡Alguien que me responda, por favor! No el mismo alguien que es expoliado por el comunismo, bastante tiene el pobre para que encima le pidamos explicaciones. Por lo pronto parece que somos todos trabajadores del Estado, municipales en otras palabras. A muchos amigos, esa categoría, los deja a un paso de suicidar su orgullo. Sigamos.

"Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas..."

Vamos a cortar ésta oración, es muy larga y nuestras limitaciones para comprenderla, enormes. Ahora bien, si aceptamos que la mitad de la población decide no trabajar más, la otra mitad estaría obligada a trabajar por ella. Aún así podemos sugerir que la mitad que no trabaja adoptó una actitud de rebelión ante el comunismo, recordemos que trabajamos para ellos. Por tanto intentan salir del totalitarismo y, así, recibir según nuestra capacidad. Resulta claro que la mitad trabajadora está corrompida por el aparato estatal. Es más, sospechamos que reciben algún tipo de dádiva oficial que los mantiene unidos al sistema imperante. De todas maneras, es llamativo que el Estado decida sostener a los que conspiran, para modificar el sistema político, en perjuicio de la mitad que lo sostiene económicamente. Sin dudas, estamos frente a una nueva paradoja de la historia. Pero eso no es todo, porque la mitad que trabaja se da cuenta del saqueo que sufre y resuelve dejar de trabajar. Entonces, como muy bien expresa el autor, decretan la muerte de cualquier nación. Si ninguna de las partes trabaja, sostener el equilibrio fiscal del Estado es imposible. Sin embargo, no sé por qué debería entristecer semejante situación. Mientras un Estado totalitario se hunde, millones recuperan la libertad indispensable para desarrollar a gusto sus propias expectativas. Imagino la fiesta en las calles, pura alegría y emoción.

Cuando todo parece resuelto el autor agrega: "No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola." ¿Entonces el autor desea acumular riqueza en las arcas del Estado? Porque el resultado de nuestro trabajo cae en sus manos. Acá la cosa se complica. Sospecho que estamos ante alguien que busca mantener un Estado totalitario, cuya única gracia es sostener a quienes pretenden su quiebra al costo de explotar la parte que lo sustenta. Vale aclarar, el líder de dicho Estado es un desequilibrado total. Pero algo de razón tiene el autor comunista, la riqueza produce riqueza. La división de la riqueza genera otras cosas según el tipo de políticas que impulse un Estado cualquiera. Dejemos eso y volvamos al autor, su militancia comunista es inquietante. Pretende que todos empecemos de cero en nuestra acumulación de capital, para que el Estado conserve su riqueza. Resulta obvio comprobar que nos quiere a todos iguales al momento de salir de la cuna, es decir, en cero. La pregunta es: ¿Quién se queda con las herencias, el Estado? ¡Quién, por Dios! En su afán de buscar la igualdad, el Estado repartirá sus recursos entre los que no trabajan. ¿Los que no trabajaban son bebés? La verdad, a esta altura no entiendo nada.

De pronto vemos una luz de esperanza al leer todo el pensamiento completo. ¿El autor no quiere que el Estado iguale las condiciones económicas para mantener cierto equilibrio en el desarrollo personal de sus ciudadanos? Al final estaba de nuestro lado, él tampoco quería el comunismo estatal. ¡Y la mitad que trabaja tampoco! Es raro, en algún momento me perdí pero ahora entiendo todo. La mitad que trabaja no quiere solventar el desarrollo equitativo de toda la población. ¡Disculpen por difamarlos ciudadanos de bien! Ahora la única duda que me queda es: ¿por qué la mitad de la población trabaja para el Estado? Ese Estado debe ser un Estado-empresa, o bien existen empresas que a su vez trabajan para el Estado. El Estado-empresario me causa escalofríos. ¿Verdad, ciudadanos de bien? La otra posibilidad es que esas empresas tengan algún tipo de convenio con el Estado, aún cuando toda la población decide, en un acto de asombrosa valentía, dejar de trabajar. Las sospechas crecen porque las empresas, como bien sabemos ahora, fueron oficialistas. Por algo mantenían ese sistema. ¿Las obligaban u obtenían beneficios? Algunas contraprestaciones recibieron por parte del Estado para comportarse de esa forma.

Ahora bien, dentro de los que trabajan tenemos dos grupos. Por un lado los trabajadores, por otro los empresarios. Pero estos empresarios durante un tiempo, por lo menos, tenían intereses opuestos al de los trabajadores. No sé, esto está muy complicado, pero creo que lo mejor es mantener cierta prudencia frente a esos empresarios a la hora de sumarlos a nuestra causa. No sea cosa que sus intereses últimos sean ajenos a los nuestros y decidan, otra vez, sostener al Estado. ¡Dios mío, a dónde iremos a parar! Trabajadores del mundo: es nuestra responsabilidad conseguir el modelo económico que nos deja libres, aunque para eso necesitamos empresas. ¡Vivan las cooperativas! Uh, es muy complicado. ¿Cómo era la otra frase? Ah, me acuerdo: "Aunque lo vistan de seda..."


Pablo Llentilin

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