lunes, 7 de junio de 2010

Columna de Literatura


¿Conocen a Raúl Carnota?  
Una maravilla del folklore contemporáneo.
Me topé con su tema Sólo luz, que me gusta muchisísimo y no había escuchado últimamente, y quise traerles una frase de su letra, para que arranquemos desde ahí. Sólo luz es un huayno, ritmo de los andes peruanos, como bien sabrá Ariel, cuyo nombre viene del quechua.
Y la frase que elegí es así: 
Cómo haré con esta pena, / hoy canto pa´ desangrarla... 
El tema es todo tiernísima poesía, simple, de una soledad chiquita e inmensa, asumida como se asumen algunas cosas que nos tocan en la vida.
Pero elegí esta frase porque me llama la atención la imagen que usa: desangrar la pena a través de cantar.
¿Cantan ustedes, cuando están tristes, o sólo cuando están contentos? 
Como saben soy autora, y mi sueño es que mis letras encuentren coincidencia con el sentimiento del otro, a través de esa universalidad que desata la identificación, sea cual sea la historia o el momento de cada uno.  
Porque eso es lo mejor que les puede pasar a las canciones: que ya no sean de su autor, sino de todos.
Imagino, a través de la frase, una especie de exorcismo.  Como aquel método de los médicos primitivos, de provocar una sangría para que la enfermedad se fuera del cuerpo con la sangre perdida. Una descompresión, un vaciarse de ese mal. 
Pero como en este caso la enfermedad es del alma, el tajo se hace con el filo hondo y doloroso de la canción.  
Cómo haré con esta pena, / hoy canto pa´ desangrarla... 
No sabe más qué hacer para arrancarse la pena, y prueba así, cantándola. Para seguir su camino, dejando su rastro barroso y encendido que bien puede teñir las huellas de rojo, de rojo amor, de rojo furia, de rojo llanto, para ya no saber por dónde volver, si se tentara. 
Y entonces canta. Y canta triste, doliéndole. El huayno siempre es triste, es un lamento, y sin embargo se baila, lo que parece una contradicción, ¿no? Pena que se desangra cantándola, lamento que se va del alma bailándolo. 
Un artículo del periodista Miguel Pérez de Lerna, cuenta de César Vallejo, poeta peruano, un simple “cholo” (que dicho sea de paso es mi poeta preferido), hace un culto de su fatalidad y de su fatalismo, y dice así, textual:  
"... consigue empleos y los dilapida, huye siempre para aumentar su currículo de hambriento. Se va de la fábrica de azúcar, del colegio peruano que dirige, de las colaboraciones en la prensa francesa, de la beca española (aunque una beca española no es sino la rúbrica del hambre). Y se dedica a cuidar su enfermedad y su fracaso. Le operan pronto de una hemorragia intestinal en París y descubre que su poesía es desangrarse en un rincón, doblado de dolor, paupérrimo y durmiendo alguna vez en un banco del que le echan los gendarmes en la alta madrugada. Llevará su enfermedad a cuestas, pesada y necesaria, de la que saca el tono a su poesía, como un violonchelista, que camina sin desprenderse de su instrumento"... 
De César Vallejo, este poema que viene al caso, que se llama Avestruz:

Melancolía saca tu dulce pico ya,
no cebes tus ayunos en mis trigos de luz.
Melancolía, basta! Cuál beben tus puñales
la sangre que extrajera mi sanguijuela azul!
No acabes el maná de mujer que ha bajado;
yo quiero que de él nazca mañana alguna cruz,
mañana que no tenga yo a quien volver los ojos,
cuando abra su gran O de burla el ataúd.
Mi corazón es tiesto regado de amargura;
hay otros viejos pájaros que pastan dentro de él...
Melancolía, deja de secarme la vida,
y desnuda tu labio de mujer...!

El dice: “la sangre que extrajera mi sanguijuela azul”, o sea, la poesía, y que se bebe ese sentimiento tan especialmente poético que es la melancolía. 
Miguel Antonio Jiménez, que justamente dirige un taller que se llama César Vallejo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, dice, en uno de sus poemas: 
Háblame de la mejilla desangrando la tarde de aquel lunes de octubre  
bebiendo entre tus ojos el cristal de la sed 
háblame de las lluvias corriendo por sus olas penetrando en tu boca 
háblame de la sangre lilando en las esquinas un sueño apuñalado 
háblame de la sangre desgarrando la herida 
corriendo sobre el luto  
vengándose en su forma.

Y esteháblame de la sangre lilando en las esquinas un sueño apuñalado”, nos trae de regreso a Raúl Carnota, que en otro verso del mismo huayno que leímos, dice que su pena es “un árbol de tristezas / que florece con el vino”. La pena regada con el vino, siempre el vino fortaleciendo la pena y la soledad: otra sangre, otro color, menos rojo, más violáceo. Las uvas reviviendo en otra especie: este árbol que ocupa todo el corazón con su follaje.
Qué maravilla de imagen, ¿no?

Bibi Albert


Sólo Luz (huayno)
Letra y Música: Raúl Carnota
Cómo haré con esta pena / que se metió dentro mío, palomita.   
Es un árbol de tristezas / que florece con el vino, ay! vidita.  
Como humito de cigarro / se van las penas vividas con los años.  
Hay coplas que no se olvidan, / de amores y despedidas, desengaños.
Sólo quiero luz, / sólo quiero luz... / para andar y andar, 
mezclado entre nubes voy a encontrar / mi soledad.
Largo mi grito a los vientos / pa´ olvidarme de tu olvido entre sueños. 
A solas con mi recuerdo, / tu distancia y mi camino a los cerros.  
Cómo haré con esta pena, / hoy canto pa´ desangrarla, palomita. 
Dónde enterrar el cariño / y dónde mis esperanzas, ay, vidita. 
Sólo quiero luz...

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